lunes, 4 de abril de 2011

ÁFRICA BAILA


Se oyen a lo lejos los tambores de una tribu africana, y hombres, mujeres y niños danzan alrededor de una flamante hoguera. Elevan los brazos, saltan, dan vueltas, vuelven a saltar. Un movimiento constante e impasible domina a los africanos, y su baile hipnotiza.

A África le caracteriza ese movimiento. Es un continente de cambios. Donde ayer había desiertos, hoy hay ciudades; donde ayer había casas, hoy hay arena; donde ayer había simplemente nada, hoy crecen los árboles, saltan las gacelas y acechan los leones. Y así viven los africanos, son nómadas, pues no les importa el lugar donde VIVIR mientras estén con los suyos y puedan ser felices. Así vive África, en constante cambio. Y es algo digno de admirar, pues no todos seríamos capaces de llevar ese ritmo de vida, de adaptarnos a las necesidades y circunstancias que nos aguarda el destino.

Ya no se oyen los tambores. El silencio y una solitaria tranquilidad inundan la sabana. Pero no muy lejos, esa tribu estará danzando al son de la música, saltando y bailando todos juntos y con una tierna sonrisa de oreja a oreja en sus rostros, iluminada por la flamante hoguera.

domingo, 3 de abril de 2011

CHINA. ¡EL PLATO ESTÁ SERVIDO!


EL IMPERIALISMO


A finales del siglo XIX, el movimiento que experimentó Europa fue el del imperialismo. Un movimiento de ansias de poder, de expansión, de riqueza; un movimiento ambicioso.

La Revolución Industrial fue un acontecimiento de incalculable valor para el mundo entero. Trajo avance, desarrollo, modernización. La primera fase comenzó en Gran Bretaña, pero pronto se extendió al resto de Europa, llegando incluso a EEUU y Japón. Las causas fueron numerosas, pero lo que ahora nos interesa para entender el imperialismo son sus consecuencias.
En primer lugar, la revolución agrícola facilitó los excedentes alimenticios, que a su vez permitieron el aumento de la población. Al haber excedente de mano de obra campesina, mucha gente trabajó en las industrias (textiles y siderúrgicas principalmente), lo que permitió ampliar el comercio interno e impulsar la expansión del comercio externo (en esta época, era imprescindible para el comercio, y por tanto, para el desarrollo del país, poseer un imperio colonial).
Pues bien, nos encontramos en la siguiente situación. Tu país tiene una población elevada, la potente industria produce excesivas manufacturas, tu territorio se queda pequeño. ¿Qué harían ustedes? Probablemente lo que hicieron las potencias europeas de la época, guiadas por el capitalismo, basado en el liberalismo económico; comerciar. En el siglo XIX, los países poderosos no eran los que tenían el mejor ejército, sino los que poseían la mejor industria y comercio. Así, los países más influyentes y poderosos conquistaron nuevos territorios que ocupar con sus excedentes de población, territorios donde encontraron nuevos mercados con los que comerciar, territorios de los que explotar sus fuentes de riqueza y materias primas; territorios con los que forjar un imperio.

Y nos podemos fijar en el desarrollo, la expansión y la mejora que significó el imperialismo, pero no se engañen, pues estas bonitas palabras estaban reservadas para los poderosos. Pues el imperialismo también trajo conflictos entre los ambiciosos, y miseria, empobrecimiento y sumisión para los países aun no industrializados (o lo que ahora llamaríamos países en vías de desarrollo). Fijémonos, y es a lo que hace referencia la imagen, en el ejemplo de China.


LA GUERRA DEL OPIO


Mientras Occidente crecía y se desarrollaba con la Revolución Industrial, el Imperio Chino, y oriente por igual, se encontraba en decadencia. Continuaba siendo una sociedad feudal, con las lacras que el Antiguo Régimen acarreaba, y durante el siglo XIX, China sufrió el egoísmo y la ambición de la política imperialista de los países europeos.

Desde el siglo XVIII, la compañía británica de las Indias Orientales vendía en China elevadas cantidades de opio cultivado en la India, y este negocio constituía una importante fuente de ingresos para Gran Bretaña, y que equilibraba el cuantioso gasto en té chino. Pero el emperador chino palidecía al ver como el opio consumía a la población, corrompía a la gente. Todos habían sucumbido a la droga. Por ello, el comercio y la consumición de opio quedaron prohibidos. En 1839, un comisario imperial arrojó 20.000 cajas de opio al mar para manifestar el fin de su comercialización en China, acto que sirvió de pretexto a Gran Bretaña para iniciar la intervención militar. Los ingleses se sintieron ultrajados, insultados, lo consideraron una falta de respeto a su majestad la reina (aunque detrás de toda esa palabrería se escondía lo que realmente movía a las potencias, sus intereses, el dinero). Al ser la fuerza naval británica infinitamente más fuerte que la china, los ingleses se lanzaron a una victoria segura. Y así fue, al finalizar la guerra del opio (1839-1842), el emperador chino tuvo que firmar el tratado de Nanking, por el que China quedaba obligada al libre comercio (incluido el opio) con Inglaterra y a la cesión de la isla de Hong Kong durante 150 años.

Sin embargo, las penurias para el afectado país oriental no finalizaron aquí. Tras otros pretextos, con las que Inglaterra inició otras dos guerras (1856,1858), China tuvo que abrir, además de Cantón, hasta 15 puertos más, lo que afectó al prestigio y orgullo chino, y generó gran desencanto y desobediencia ante el europeo. Como consecuencia, la derrota china fue inminente tras el ataque europeo sobre Pekín (2ª guerra del opio). Se firma así el tratado de Pekín (1860), que facilitó la irrupción de otras potencias europeas como EEUU, Francia y Rusia, que forzaron a China a firmar lo que han venido a llamarse “Tratados Desiguales”, y que venían a ser convenios para quedarse con territorios chinos.


CHINA, PASTEL DE REYES Y EMPERADORES

Posteriormente, nos encontramos con la publicación en 1885 de esta imagen por Le Petit Journal, en Francia. En ella, observamos caricaturizados a los representantes de las potencias imperialistas repartiéndose China como si de una pizza se tratase:
A la izquierda, encontramos a la reina victoria de Inglaterra, vestida con finas sedas y lujosas joyas (pues Gran Bretaña era un país muy rico por su dominio colonial y fuerte comercio); a su lado, Guillermo II, emperador de Alemania; Nicolás II, zar de Rusia; como representante de Francia, encontramos a Marianne (alegoría de la República francesa) con el gorro frigio y la bandera tricolor; a la derecha del todo, aparece Meiji Tenno, emperador japonés (incluso Japón aprovechó la desventaja de China para hacerse con Fukien, una provincia china); y por último, detrás de la avaricia de los reyes, zares y emperadores, nos encontramos con las víctima, ignorada e impotente al no poder hacer nada para mantener la independencia: el emperador chino.

Analicemos la imagen, pues esta caricatura es muy interesante. En las caras se ven reflejadas las ansias de poder, y las tensiones y conflictos que éstas podían acarrear.

Los intereses que movieron a estas potencias imperialistas fueron parecidos. Ampliar, fortalecer o extender el imperio colonial, mejorar y expandir el comercio exterior, poseer nuevos territorios donde explotar las fuentes de riqueza y materias primas, o formar un poderoso imperio colonial.
  • Inglaterra ocupó el Gran Valle de Yang-Tze para cumplimentar su posesión de Hong-Kong, ambos situados en lugares estratégicos para mejorar el comercio chino (vender opio y comprar té y “chinerías”).
  • Alemania obtuvo Shangtung y buscaba extenderse a las provincias del Noreste.
  • Rusia reclamó Manchuria y se extendió hacia Mongolia, controlando el noroeste y aumentando su imperio colonial. En la imagen se puede ver que en su correspondiente porción pone Kiao-Tcheón, nombre de uno de los puertos chinos que recibió.
  • Francia obtuvo Yunnan, Kwangsi, y una gran parte de Kwangtung
  • Y Japón buscó estar a la altura de Occidente. Rápidamente pasó de ser una sociedad feudal a una industrializada, y lo observamos en la imagen en una posición reflexiva, pensando en cómo hacerse con lo máximo posible. Sus ambiciones imperialistas desataron la guerra ruso-japonesa, en la que Japón luchaba por la independencia de Corea y algunos territorios como Liao-Tung o Taiwán.
La intención de la caricatura es criticar como los ricos abusan de los pobres, como las potencias imperialistas estaban abusando de China, pues la publicación de esta imagen coincide con los "Tratados Desiguales". O quizás sea un llamamiento que denuncia lo lejos que estaba llegando el imperialismo, pues en 1885 se celebró la Conferencia de Berlín, en la cual las grandes potencias se repartieron África al igual que habían hecho con China. Quizás el imperialismo no trajo solo cosas buenas, sino que separó mucho más a ricos y pobres, enriqueciendo a los primeros y empobreciendo a estos últimos.

Sin embargo, es cierto que el destino sonrió a China y Japón, pues actualmente son de los países más desarrollados y modernos.